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sábado, 1 de marzo de 2014

Hoy Escribe Roberto López Rosado México, Estado plurinacional

COLUMNA POLÍTICA.

México, Estado plurinacional

Roberto López Rosado*

El gobierno federal presume a diario por todos los medios, a lo largo y ancho del país, sus reformas estructurales que asegura, van a beneficiar a todos los mexicanos. En esa agenda para nada están en la lista los grupos indígenas. Históricamente, han sido invisibles, si a caso son un instrumento folclórico de los gobiernos. Enrique Peña Nieto en poco más de un año de gobierno ha mostrado desinterés por ellos y ellas, como fue el nombramiento de un o una titular ajena a los pueblos indígenas al frente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Durante las dos administraciones anteriores, los gobiernos panistas, como ya mencionaba, igual que ésta, no ha privilegiado una verdadera conservación, preservación y desarrollo de nuestros pueblos. Al frente de la Comisión han estado personas ajenas a los grupos indígenas, no sólo por su falta de origen autóctono sino alguien que tenga un compromiso real con los pueblos originarios, que además de conocer sus principales necesidades y prioridades,  haya luchado junto con ellos para lograr el reconocimiento irrestricto de sus derechos humanos y sobre todo, que tenga la preparación y experiencia necesaria para enfrentar esta responsabilidad y trasformar la política indigenista imperante a una política indígena que propicie el desarrollo integral de nuestros pueblos originarios.
Todos los días se siguen pisoteando los derechos de nuestros hermanos indígenas. Sólo en los discursos se les protege. Ni el gobierno federal, ni los gobiernos estatales y municipales han creado instituciones específicas que atiendan las demandas indígenas y mucho menos, ha existido el interés de incluirlos en el funcionamiento de las instituciones indigenistas.

Es el tiempo ideal para reflexionar y tomar conciencia. Las diferentes instancias del gobierno y la sociedad deben cambiar su trato hacia los pueblos indígenas, es un esfuerzo por establecer un nuevo tejido social que considere la diversidad cultural de nuestra nación. Es tiempo de superar la exclusión en que se han mantenido a los pueblos indígenas del proyecto nacional.
Los 12 años de gobiernos panistas, las políticas públicas implementadas por las administraciones de Vicente Fox y de Felipe Calderón se caracterizaron por su total fracaso y porque durante ese periodo, se borraron de la agenda legislativa los avances significativos alcanzados en la lucha por la defensa y el reconocimiento de los derechos de los pueblos disminuyéndose a un simple tema de asistencia social.

Con el regreso del PRI al gobierno federal y en lo que va de su actual administración, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas sigue sin mostrar cambio alguno que beneficie a los indígenas, son pocos los avances en programas reportados por esta dependencia en lo que va del nuevo sexenio.  Pareciera haber más interés en la remodelación de las oficinas centrales de dicha comisión y no en la instrumentación de políticas públicas que beneficien a nuestros pueblos originarios.

La sociedad, como las instituciones de nuestro país, lamentablemente se destacado por su alto índice de discriminación, de manera particular, hacia los grupos indígenas. Si bien hemos avanzado en erradicar esta actitud, dichos actos discriminatorios persisten  y siguen representando graves dificultades para que como sociedad avancemos. 

Como señalé en el proyecto de decreto que presenté para reformar el artículo 21 de la Ley Federal de las Entidades Paraestatales y los artículos 9 y 10 de la Ley de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, “uno de los grandes desafíos del siglo XXI es lograr la verdadera multiculturalidad, la convivencia plural y democrática, y la unidad en la diversidad encaminada hacia el respeto y el derecho de los pueblos indígenas de México”.

Estamos, si hay verdadera voluntad, ante la oportunidad histórica de impulsar nuevos retos que permitan al Estado y a la sociedad mexicana tomar conciencia de las demandas que desde hace más de quinientos años nuestros pueblos originarios vienen haciendo por el arrebato sufrido en el proceso colonial que trajo como consecuencia la conquista y el avasallamiento por parte de los españoles.


Insisto, si hay verdadera voluntad, el gobierno peñista debe ofrecer en serio, y no sólo mediante discursos, respeto a nuestros pueblos originarios; respeto a las autonomías de los territorios ancestrales que deben quedar inscritos en nuestra Constitución que nos reconozca como un Estado plurinacional.

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